Zelda Kaplan

Zelda Kaplan (20 de junio de 1916 – 15 de febrero de 2012) fue una socialité neoyorquina y una figura destacada en la comunidad de arte y moda de Nueva York.
Nacida en Flemington, Nueva Jersey, Zelda se mudó a Nueva York en sus veintes, donde trabajó en varios empleos, incluyendo instructora de baile de salón. A pesar de este comienzo poco notable, se convertiría en una de las socialités más reconocibles de Nueva York y en un símbolo de moda, filantropía y curiosidad cultural.
El amor de Kaplan por la moda comenzó relativamente tarde en su vida, pero pronto se convirtió en una característica definitoria de su identidad. Conocida por su vibrante guardarropa, a menudo se la veía en la ciudad vistiendo ropa inspirada en textiles africanos y estampados audaces, en homenaje a su profundo respeto y fascinación por la cultura africana. Su fascinación por los textiles africanos no era una simple moda pasajera; estaba arraigada en sus esfuerzos humanitarios. Viajaba con frecuencia a África, a veces aventurándose en áreas rurales donde aprendía técnicas tradicionales de artesanos locales. Compraba telas directamente de estos artesanos, apoyando su trabajo y trayendo un pedazo de su cultura a Nueva York. La ropa que Zelda usaba no solo era hermosa: contenía historias y conexiones con las personas que conoció y admiró.
Su sentido único de la moda la diferenciaba, especialmente en una ciudad conocida por su escena de moda ecléctica. Una figura familiar en desfiles de moda, galerías de arte y eventos exclusivos, Zelda era a menudo la persona de mayor edad en la sala, y sin embargo, su energía y apariencia inspiraban admiración tanto en jóvenes como en mayores. Luciendo grandes gafas de sol redondas y turbantes para completar sus conjuntos, las elecciones de moda de Zelda eran más que simples declaraciones; eran expresiones de su personalidad y un tributo a las culturas que apreciaba. Su look se volvió icónico, y era fotografiada con frecuencia tanto por los medios como por fotógrafos de moda, ganando reconocimiento como un emblema de estilo y confianza.
Los últimos años de Zelda fueron un testimonio de su vitalidad. Como ella misma dijo una vez: “Espero inspirar a las personas a no tener miedo de envejecer, realmente envejecer. Y a no sentirse vacíos acerca de la vida, porque la vida vale la pena vivirla, ¿no crees?” Ya en sus ochentas y noventas, continuaba frecuentando la vida nocturna de Nueva York, quedándose hasta más tarde que personas con una cuarta parte de su edad. Asistió a innumerables eventos, convirtiéndose en una celebridad dentro de los círculos de la vida nocturna y el arte de la ciudad. Su presencia simbolizaba la resiliencia y una celebración de la vida, demostrando que la edad no debe dictar el estilo de vida ni las pasiones. Se hizo amiga de diseñadores, artistas y modelos, muchos de los cuales se sentían cautivados por su audacia e individualidad. Zelda también asistía frecuentemente a la Semana de la Moda de Nueva York, donde sus atuendos y su perspectiva única sobre la moda siempre llamaban la atención.
“Soy una persona curiosa, quiero seguir aprendiendo hasta que todo termine. Y cuando termine, habrá terminado…”
En febrero de 2012, Zelda Kaplan falleció a los 95 años. De manera apropiada, murió mientras asistía a un desfile de moda en Nueva York, sentada en primera fila, haciendo lo que amaba hasta el último momento. Su muerte fue profundamente sentida por las comunidades de moda y sociales que había honrado con su presencia durante tanto tiempo. Recordada por su elegancia, generosidad y espíritu vivaz, el legado de Zelda Kaplan perdura como un símbolo duradero de individualidad y pasión. Su vida sirve como un recordatorio de que la moda no se trata solo de ropa, sino de las historias, conexiones e ideales que las prendas pueden representar. Encarnó la creencia de que uno puede vivir la vida en sus propios términos, con curiosidad, compasión y un estilo inquebrantable.