Mafer Bezanilla: Cuentos mexicanos
Antes de comenzar a contarles mi historia como modelo, permítanme presentarme: mi nombre completo es María Fernanda Bezanilla Plascencia, pero casi todos me llaman Mafer. Al crecer en Guadalajara, México, me gustaba estar frente a la cámara desde mi infancia. Junto con mi hermana y mis primas hicimos nuestros pequeños espectáculos en casa, bailando y cantando para mis padres, lo cual disfrutaron mucho. Mi papá tenía una cámara y a menudo la pedía prestada para tomar fotografías de todo lo que veía a mi alrededor. La moda y el arte me inspiraron mucho, incluso coleccioné revistas Vogue y tuve más de 100 números.
En cuanto a mi carrera como modelo, empezó por casualidad, cuando me pidieron que acompañara a una amiga a un casting para la pasarela de un colegio. Nunca imaginé que esto iba a ser el comienzo de algo mucho más grande para mí. El día del desfile me sentí súper nerviosa porque invité a mi familia y amigos a verme, y es que nunca antes había desfilado en una pasarela. Mi mayor miedo era caerme ya que la pasarela tenía escalones por ahí. Sin embargo, cuando subí al podio, me sentí como otra persona y mis preocupaciones desaparecieron por completo. Ver a toda la gente mirándome, por el contrario, me fortaleció y me llenó de coraje. El agente de una agencia de modelos quedó tan impresionado que me invitaron a unirme a su agencia como modelo.
A los 16 años entré a mi primera agencia de modelos. Durante el primer año solo estuve aprendiendo cosas, e hice puras sesiones de fotos de prueba, colaboraciones y editoriales, para poder crear mi portafolio. ¡Cuando cumplí 17 años, conseguí mi primer trabajo remunerado como modelo! Cuanto más me adentraba en la industria, más me interesaba conocer todos los matices de cómo funcionaba la industria del modelaje detrás de cada campaña, así que decidí estudiar marketing, pensando que sería una gran habilidad adicional para mí como modelo. Sabía que sería difícil combinar ambas pasiones pero si lograba conseguir el equilibrio adecuado podría sacarle el máximo partido.
Estaba adquiriendo cada vez más experiencia en el modelaje, así que poco a poco finalmente comencé a conseguir más trabajos. Al mismo tiempo, mis clases universitarias eran cada vez más serias y difíciles, por lo que combinar ambas carreras se me hizo aún más complicado. Tuve que rechazar muchas oportunidades de trabajar con marcas increíbles porque tenía exámenes finales en la universidad y, a veces, al revés – tuve que perderme algunos días de clases porque trabajaba como modelo.
Con el inicio de la pandemia en 2020, tuve una de esas oportunidades únicas en la vida: una agencia de modelos más grande organizó una especie de casting virtual para encontrar modelos para su agencia en la Ciudad de México. Ir a la capital de mi país ya era el siguiente paso para mí, pues hasta ahora solo había practicado el modelaje en Guadalajara. Debido a la pandemia, mis clases universitarias migraron a educación 100% en línea, por lo que ahora pude compaginar mis estudios y trabajo más fácilmente. Fue en 2020, cuando mi carrera como modelo tomó más forma y seriedad. Recuerdo escuchar las clases universitarias desde mi celular mientras al mismo tiempo me peinaba y maquillaba para la próxima sesión de fotos, además de hacer exámenes camino al lugar, etc.
Una vez, cuando tenía un examen oral final serio a través de una videollamada de Zoom, simultáneamente estaba filmando una campaña, así que necesitaba encender la cámara cuando me tocaba aprobar un examen. La profesora que no sabía que estaba modelando, se sorprendió mucho cuando me vio vestida con un maquillaje muy extravagante 🙂 El equipo de producción fue muy amable, entendió la situación y me dejaron hacer el examen oral cuando era mi turno. Cuando regresamos a las clases regulares presenciales, le expliqué a la maestra que estaba en una sesión de fotos en ese momento y le mostré las fotos. ¡Estaba sorprendida de cómo podía hacer las dos cosas en ese momento y aún así obtener buenas calificaciones!
Siempre traté de sacarle el máximo provecho a cada trabajo que tenía, y siempre hablaba con el gerente de marketing de la marca para conocer más sobre sus experiencias y los objetivos de la campaña, así finalmente comencé a entender el por qué de todo, lo cual a su vez me ayudó a tener más confianza como modelo. Del mismo modo, en la universidad, la teoría que vi en clase se volvió más fácil de entender para mí porque vi sus aspectos prácticos en la vida real. A veces, en las clases universitarias, daban ejemplos mencionando las marcas que hacen muy buen trabajo comercializando sus campañas, y en mi mente me decía: “¡Jaja, sí, ya trabajé para esas marcas!”.
En mis últimas vacaciones escolares de verano, fui a la Ciudad de México para mi primera temporada de modelo para experimentar ser modelo de tiempo completo viviendo en otra ciudad, sin tener que preocuparme por tomar clases o estudiar para exámenes. Ese verano viví en un apartamento de modelos, donde tuve la suerte de conocer chicas increíbles de diferentes partes del mundo, como Rusia y Brasil. ¡Durante ese viaje como modelo, cumplí mi sueño de tener la oportunidad de trabajar con Vogue y L’Oréal en el mismo mes! El verano terminó y tuve que regresar a Guadalajara ya que mis clases universitarias volvieron a la normalidad. ¡El viaje a la Ciudad de México me ayudó a tener una idea de lo que era estar en las grandes ligas!
A los 22 años terminé la universidad y me gradué oficialmente en marketing. Por hoy vivo en Guadalajara y visito la Ciudad de México cada vez que surge un buen trabajo o proyecto de modelo. ¡Afortunadamente ahora puedo compaginar mis dos carreras profesionales de una manera que me siento muy orgullosa y honrada de hacerlo ya que fue un camino largo con algunos contratiempos, angustias, noches de insomnio y esperanzas!